Es un hecho que todos tenemos “heridas” de nuestra infancia. Por mucho que se esforzaran nuestros padres o cuidadores, por mucho que nos quisieran, se podría afirmar que todos tenemos “heridas” que suelen crearse en nuestro hogar.
Te preguntarás… ¿qué es una herida emocional? Para contestar esta pregunta, te invito a imaginar un acontecimiento que te produzca una emoción intensa, por ejemplo, dolor, rabia, soledad, ira, miedo, tristeza…, y que no logras resolverlo de forma adecuada. Cuando esa emoción intensa se fija en tu interior, se va creando una herida emocional. Si no tenemos las herramientas necesarias para afrontar estas emociones, ni los acompañamientos adecuados, corremos el riesgo de “acostumbrarnos” a sentir estas emociones intensas y no resolverlas.